IMPACTO
AMBIENTAL DEL COLTAN “ORO AZUL” EN VENEZUELA
Los estados Bolívar y Amazonas poseen el caudal de riquezas
minerales y biológicas más grande de todo el hemisferio. Esto se traduce en una
gran riqueza económica inigualable, no sólo para el país sino para el mundo
entero. El coltan es una mezcla de los minerales columbita y tantalita que se
ha sumado a este potencial venezolano que se complementa con el hierro, oro,
diamantes, bauxita, titanio, plomo y hasta uranio, sin mencionar el petróleo;
es decir que dentro de las concesiones del mapa minero de Venezuela está
incluido el llamado oro azul, material fundamental para los dispositivos
electrónicos, especialmente teléfonos inteligentes, videojuegos y satélites,
que además poseen pequeñas porciones de oro y plata que no suelen recuperarse a
pesar de su altísimo valor.
La característica más importante de la minería química a cielo
abierto, es que siempre implica una extracción física de la corteza terrestre,
ya que requiere la eliminación de la vegetación existente, la excavación de
grandes superficies y un trasiego de sustancias tóxicas (cianuro, arsénico y
mercurio, entre otras), utilizadas en la separación del mineral, además de un enorme
consumo de energía lo cual genera un aumento
de la sedimentación de cursos de agua y su contaminación con mercurio, restos
de combustibles, lubricantes y desechos diversos que, a su vez, contaminan las
áreas de explotación minera, sumados a la deforestación y aceleración de
procesos erosivos así como los impactos negativos sobre la fauna, sobre
ecosistemas distantes y, en general, sobre la biodiversidad; son aspectos
claros de los impactos negativos que el sistema económico minero genera en el
sistema natural.
Desde un punto de vista termodinámico, la minería incrementa los
niveles entrópicos de la región, sus efectos no son puntuales ni de corto plazo
sino que, por el contrario, se extiende a ecosistemas distantes de los
afectados directamente por la minería y sus efectos perdurarán por largos
períodos de tiempo. La actividad extractiva transforma materiales
“concentrados” con baja entropía en materiales dispersos de alta entropía, que
toman la forma de deforestación, sedimentos en los causales del recurso hídrico
y contaminantes por los metales pesados.
Debemos emplear todos nuestros conocimientos en la técnica minera
metalífera para que la humanidad avance, pero lo debemos hacer con el respeto a
la naturaleza, sin que esos avances signifiquen por otro lado destrucción,
desolación y muerte en la extracción de materia prima. Es importante el respeto
al medio ambiente, a las poblaciones locales y que la futura promisoria recogida
del coltan en Venezuela, no se realice con enfrentamientos bélicos o matanzas
de otras especies como en la República Democrática del Congo. La comunidad internacional
debería adquirir un código de conducta para impedir el comercio de minerales,
madera, entre otros, que como consecuencia de la destrucción del hábitat, provenga de regiones en conflicto y donde no se
respete el fundamental derecho: la vida.
No se debería permitir que estos recursos sean extraídos de países
pobres donde el hambre, conflictos bélicos, dictaduras, explotación humana y destrucción
de recursos naturales sea la norma, ya que el dinero obtenido solo beneficiará
a los mandatarios de turno y su pueblo seguirá pasando hambre y miedo de vivir.
Se debe buscar los mecanismos suficientes para reciclar los
teléfonos móviles al objeto de ser empleados nuevamente en la fabricación de
los nuevos y un sistema de evaluación internacional que prohíba la entrada en
el mercado de estas materias primas procedentes de zonas dudosas y sancionar de
manera ejemplar, a las multinacionales que operan y se enriquecen cometiendo
verdaderos crímenes contra la humanidad.
Aún se estaría a tiempo de parar este eco-genocidio anunciado por Leonardo
Da Vinci y que hace tiempo ha comenzado a destruir las vidas de millones de
personas, en lo cual plasmo lo siguiente: "Los
metales saldrán de oscuras y lóbregas cavernas y pondrán a la raza humana en un
estado de gran ansiedad, peligro y confusión. ¡Qué monstruosidad! ¡Cuánto mejor
sería para los hombres que los metales volvieran a sus cavernas! con ellos, las
inmensas selvas serán arrasadas de sus árboles y por su causa perderán la vida
infinito número de animales”. De nuestras manos depende. El consumidor
tiene la fuerza, el poder de hundir multinacionales. No son fuertes, los poderosos
son los ciudadanos que consumen los productos y por ello se debería exigir que todos los artículos de venta
incluidos los teléfonos móviles procedan de manos limpias, de palomas de la paz
y no de sangre, muerte y destrucción.
Nuestro corazón ha de ser sensible al sufrimiento del mundo,
sensible a cuidar una tierra única en la que nuestros hijos y las generaciones
futuras tienen derecho a vivir de igual forma que nosotros y por ello tenemos
la responsabilidad de proteger nuestro entorno y a todos los seres vivos que en
él vivimos.
El colectivo puede ayudar. No es cuestión de dejar de comprar
cosas, como pueden expresar los extremistas, sino refrenando nuestros impulsos
consumistas. Si simplemente consumimos lo que necesitamos, nuestro aporte
tendría un gran impacto no solo en este tema, sino en el medioambiente. No
cambiar de móvil cada tres meses, por ejemplo, es el mejor aporte que puedes
hacer. Y claro, si descubres que tal o cual marca utilizan métodos inhumanos
para hacer sus productos, córtales tu apoyo.
AUTOR: Ing.
Devera Isrrael
C.I.: 17.591.928